ECUADOR, DOCE HORAS DESPUÉS.

EDITORIAL

Todos vimos con indignación, la forma en que una protesta policial se convirtió en el lado oscuro de la canalla, en el lado perverso del imperio cuando no le gusta que los pueblos se liberen de su influencia dañina, vimos como fue ofendida la dignidad del Presidente Correa, su pueblo y de la revolución ciudadana, vimos como los sátrapas manejaron un golpe de estado con la misma cobardía como se manejan las oligarquías en la América nuestra de cada día.

Fueron doce horas de oprobio, once horas donde  el pueblo demostró que no es suficiente estar organizados, que es necesario estar listos para darle la pelea a los enemigos de la democracia en todos los terrenos y el pueblo en las calles les hizo fallar en su intento y les desnudó un liderazgo que ya no poseen sobre la mayoría de los que alguna vez fueron los mas débiles.

En doce horas hicieron del Ecuador una plaza de toros donde el perdedor fue el torero, donde la capota saltó de la mano del traidor y un ejercito aún fiel a su Presidente, rescató la honra de la democracia y le devolvió la paz a un pueblo que solo está construyendo un nuevo modelo de país que nace de sus propias manos trabajadoras.

No fueron los policías los que intentaron derrocar a Correa, fue Lucio Gutierrez y fue Owama y fue Uribe y fue la Coca Cola y fueron los narcotraficantes disfrazados de marines y creemos que fueron también los petroleros que invadieron a Irak y los judíos que navegan por el golfo pérsico queriendo tragarse a Irán de un solo tiro.

En doce horas miserables el capitalismo demostró que su arrogancia encuentra en el pueblo organizado a un enemigo que no se dejará vencer por mas fuerte que sea el peso del capital.  Es que fueron once duras horas donde ninguno de los golpistas dio la cara, esperaron detrás de bastidores que la OEA hiciera su hipócrita papel de celestina del imperio para ellos demostrar el color que tienen en las uñas.

Pero Correa no fue pendejo y se enfrentó a la traición y la llamó por su nombre y le puso rostro a un golpe que fue planificado desde el mismo escenario que los ecuatorianos dejaron atrás hace mucho rato, solo la canalla lo quiso revivir y salió con las tablas en la cabeza.

Ecuador demostró con esto, el cuidado que hay que tenerle a esa oligarquía terrible que no se conforma con perder sus privilegios, ni se conformará nunca con tener como presidente a un hombre incorruptible con la fuerza que le da el valor de un pueblo que mas nunca será un solitario paria en medio de la miseria.

Correa y el pueblo ecuatoriano saben que este no será el último intento por derrocar al Proyecto País, pero también lo sabe Evo y lo sabe Daniel Ortega. Lo sabe Lugo y Cristina y lo saben los cantores que andan de un lado a otro advirtiendo que la voz de los pueblo no la callarán con la voz de la violencia imperialista pero también lo sabe el Presidente Chávez y lo sabemos los venezolanos que ya también vivimos nuestras horas de miseria.

La lección de las doce horas mas oscuras del Ecuador, son la respuesta de los pueblos a los que pretendieron  hacer del sur del continente un escenario de sus experimentos neoliberales, ya no somos el patio trasero de nadie, ni Ecuador es Honduras, ni la América Latina es la vieja Europa consumida por los errores del capitalismo depredador donde los pueblos al fin se están arrechando y comienzan a despertar del largo sueño que han dormido después de la segunda guerra mundial.

Los trabajadores del mundo estamos con Correa, con el Ecuador heroico y asaltante de salteadores y estamos del lado donde está la justicia y la equidad por que no habrá mañana y si este hoy que construimos no tiene el rostro del pueblo que somos, ES QUE DOCE HORAS NO SERÁN SUFICIENTE PARA MATAR LOS SUEÑOS DE UN PAÍS.